31 de agosto de 2011

embarque-de-nuevo

Entre tú y mis dedos sólo cabe una pregunta. Tan ancha como las veredas de nuestros besos. Agosto de verano-invierno. Embarque-de-nuevo, el Atlántico siempre. Intentando satisfacer esas special needs, que no son más que las que te atreves a admitir y te esfuerzas por alimentar.

Encuentro, releo, secuestro textos de hace tiempo. Textos atribuídos a mi persona que no recuerdo, no reconozco y realmente me pregunto si son míos.
Hoy todo es más racional, más verdadero. En un momento dado tuve que elegir entre vivir feliz y ahorrarme los psicólogos o vivir la eterna angustia de la insatisfacción y la producción creativa vasta y brillante. Aún no sé si elegí bien.

- Tengo la sensación de que, en ocasiones, nos esforzamos por hablarnos como extraños.
- Quizás la fantasía sea hablarnos como si no lo fuéramos.

6 de agosto de 2011

a un vuelo de distancia



Aún no sé cuál fue el momento en el que cambié los andenes por las salas de embarque. Le quita glamour a la espera y al viaje, porque todo tiene más cristal y menos hierro, y el factor aleatorio es mucho más inexistente.

4 de agosto de 2011

/destinomadrid


Solicitud de embarque urgente.
Ojalá aún no sea tarde, qué más da nueve años más que menos,
si somos los mismos.
Agosto nublado, de madrugada, hace frio.
Estoy sola en casa, me miro al espejo de mi habitación.

Tengo la piel muy blanca, llamativamente blanca. Mucho más en este verano de hemisferio norte.
En algún lugar leí que una persona de piel muy blanca desnuda parece que está más desnuda.
Me desnudo. Con zapatos negros parece que estoy aún más desnuda.
Miro alrededor, como si pudiera haber alguien.
Pienso que soy muy estúpida
por mirar alrededor para ver si hay alguien.