24 de diciembre de 2011

dcmbr*

Él grita, ella murmura. Él corre, ella suspira. Ella murmura e implora sonetos a la nieve. Ni ve. Él calla, ella suspira. Me enredé en la persecución de las palabras y las metáforas deshiladas. Ella pide silencio. Se estremece la luna. Él calla y grita más fuerte. Dos latidos, tres latidos, cuatro, desde el cajón. Palpita la almohada. Ella observa desquiciadamente, yo miro. Él se da media vuelta, ella se sienta. Ella se va. Ella empieza a llorar, y yo lloro. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas noches... todas.
Anónimo

Anónimo dijo...

De un silbido, sobre la hojarasca seca del otoño, llega fría la blanca sombra del invierno. Serpenteante, danza al viento tu bufanda de lana. Guantes y sombrero, botas y paraguas.
Suspiras mientras sueñas, piensas en pasado deseando comenzar un futuro. Es ahora cuando dices, fui feliz, pero no fue fácil. Y sin darnos cuenta, acariciando nuestra cara, la nieve del cielo nos despide hasta mañana.

PD: ¡¡DEVUELVEME MI NAVAJA!!